Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».
Pedro Salinas
En las condiciones expresadas por el poeta, me parece que el último verso debería ser más bien:
ResponderEliminar"Nadie te quiero, soy nadie"
Creo que habla de la poesía y que él mismo desearía ser poesía. Por tanto es un final correcto.
ResponderEliminarEste poema de Salinas se suele interpretar como un poema de amor, sencillamente, que reclama la desnudez del ser, el amor esencial. Sin embargo también tiene una interpretación metapoética, en la que ese "tú poético" no es una persona sino la propia poesía. En tal caso, es una declaración de principios ante el fenómeno poético, que roza ligeramente la concepción del arte por el arte pero en su versión "humanizada" (que podríamos llamar el sentir por el sentir), una búsqueda del poema como expresión pura del sentir del poeta sin enredarse en coyunturas sociopolíticas o modas al uso. En este sentido, la profundidad no es menor que si se tratase de un poema de amor, y tanto visto de una forma como de otra el "yo poético" reafirma su entidad, es una personalidad que busca y reclama, rebate y propone, recusa y afirma, en un discurso lleno de contraposiciones. En cualquier caso, para ser "nadie" deberíamos acercarnos más a la idea poética que imperaba en el Barroco, o bien en el existencialismo más duro. Ambos extremos podrían forzarse un poco para aproximarlos a este poema, pero si reparamos en los significados, las imágenes, el temple y equilibrio de su estructura, etc., creo que sería coger el rábano por las hojas. Personalemente pienso que Salinas jugó a ese doble juego (amor y/o metapoesía) al elaborar este poema, ya sea de forma consciente o inconsciente, y más si tenemos en cuenta el ambiente poético en el que se desenvolvía (los "ismos"), pero que en ningún caso quería que quedara oscurecido su propio y poderoso ser interior, amante o reivindicativo, como sucedería si terminara el poema con "nadie te quiero, soy nadie".
ResponderEliminarEste poema pertenece a “La voz a ti debida”. En mi opinión – en realidad, en la de algunos críticos - , “La voz a ti debida” es un ejemplo de lo que podríamos llamar misticismo pagano, donde la búsqueda del absoluto/Dios es substituida por la búsqueda del Absoluto/Venus/Amada. Se inicia con el despojamiento/desmundalización/pérdida del nombre de los amantes para convertirse en Tú y Yo “esenciales”, en un mundo propio, que formarían en exclusiva la pareja. Este mundo propio se eleva, transciende y se construye destruyendo el anterior al amor, donde el Amado era un ser anónimo. En este mundo propio la Amada da entidad al Amado. Sin embargo, al final la Amada se convierte en pretexto para el amor del Amado, es más, en obstáculo para su amor (le envía “signos y simulacros”). Entonces el Amado la quiere recuerdo, pasado, “sombra de su cuerpo” para, así, poder amar “su dulce cuerpo pensado” Sin embargo estas sombras deseadas por el Amado, tendrán “gran nostalgia de materia” y “están al borde del morir de las sombras, que es la nada” Para calmar este ansia de las sombras habrá que buscar “un color, una fecha, un pecho, un sol”, que descansen en la Amada “sé tú su carne”, “Se calmará su enorme ansia errante, mientras las estrechemos entre los cuerpos nuestros”, para, al cabo, cuando el Amado y la Amada se separen, las sombras tendrán recuerdos y” pasado de carne y hueso” y “su afanoso sueño de sombras, otra vez, será el retorno a esta corporeidad mortal y rosa donde el amor inventa su infinito”. En este contexto, no veo tan desencaminado lo de “nadie”, pues en esta idea del amor que inventa su infinito existe un aspecto de desrealización/sublimación del ser social, del individuo realmente existente, incluso, del ser corpóreo y del propio amor. Tanto es así que “corporeidad” del Yo y Tú esenciales, Amado y Amada frente a frente en un mundo propio, deviene “sombra de Amada”, “cuerpo pensado”, rebelión de las sombras que exigen materia, conversión en recuerdos. Paradoja del Tú esencial amado que sólo puede ser amado como lo ya sido; paradoja del Yo esencial que sólo existe por lo sido y porque vuelve a inventar lo infinito. Paradoja de la carnalidad, sublimada en espiritualidad. Paradoja del deseo de infinito en la finitud del individuo. Yo dejaría, pues, la cosa en: Te quiero inventada, soñada, recuerdo, porque quiero el infinito. Y sin embargo, fuiste de “carne y hueso”.
ResponderEliminarRamón
Interesantísimo el debate entre los anónimos, firmados y sin firmar. Me sorprende y me alegra que este poema, que puse un poco al azar, haya generado estas reflexiones. Ya que alguien ha nombrado la metapoesía, voy a colgar otro poema del 27 (¿se nota que son mis preferidos?) que habla de la poesía. Espero que también éste os sugiera comentarios así.
ResponderEliminarMar