Inmerso en el silencio,
reposada en el agua la mirada,
sobre el ojo tibio de cristal
esperanzas y ausencias arrojadas.
Hojas caídas, flores sin abrir,
ramas un día desgajadas,
sin horas y al fin quietas,
en el dormido espejo remansadas.
Tersa piel no estremecida,
que en sus reflejos de plata,
hunde el ayer en el olvido
y el mañana en la ignorancia.
Ni cesa, ni transcurre;
ni se agota, ni pasa.
Transparencia caída del cielo,
en la palma de la tierra estancada.
Ahogar el instante y sus barruntos,
el momento y sus recuerdos.
Ahogar la presencia del presente;
Beber pulso, latido y aliento.
En el silencio sumido,
sumergida en el agua la mirada,
buscando la faz de la vida,
emerge el rostro de la nada.
Carlos Castillejo
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Hace 9 años
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