(2000)
Por dentro del agua
transparente
llena de luz, me deslizo.
El suelo de arena, luminoso,
está aquí, veo bandadas
de peces diminutos,
todos ellos con un brillante
punto azul, me maravillan.
Veo otros más grandes,
lentos, curiosos, me miran.
Otros son ínfimos,
casi no se ven.
Me asusto con las algas
de un verde color marrón,
me estremezco con los huecos
misteriosos entre las rocas,
paseo, busco, huyo.
Me asombro o temo.
El suelo de arena luminoso
está aquí, veo puntitos brillantes.
De pronto, sin querer,
al avanzar entretenida
mirando hacia otro lado
me encuentro
¡de pronto!
con el escalofriante corte
sobre el fondo abisal.
¡Pánico! ¿qué hay allí?
El verdor indefinido
se va haciendo negro.
Por el fondo hay misterios increíbles,
pero no los puedo ver.
Quiero retroceder al plácido
fondo de arena,
vuelvo, pero......¡No!
Tengo que bajar al verdor
misterioso, debo explorar.
Y es aterrador.
Susto, soledad, silencio.
Serenidad.
Sal.
Rayos de sol, verdosos,
sueltos entre la oscuridad,
erizos rojos, blancos, malvas
en la pared de roca.
El fondo oscuro, invisible
.............escalofriante..............
¡Sensación de pavor!!
Huyo a toda velocidad
hasta recuperar el escalón
claro y arenoso, con sus pececitos,
sus algas acechantes,
sus piedras hirientes.
Pero en ese fondo verde
enorme, invisible que hay
ante mí, en ese cristal
oscuro, misterioso, inmenso, está
¡la mayoría! del mar, mi ensenada
plácida era sólo la orilla,
un pequeño trozo,
precioso, pero no total.
Estoy en el borde de ese fondo
que me atrae y me asusta.
No sé si entraré en él
al fin, sin acordarme
de ese jardín marino
donde he vivido.
Al menos
puedo ver la pequeñez, la trivialidad
el encanto de ese mundo limitado
cuyas rocas antes me aterraban,
cuyas algas antes me ahuyentaban,
cuyos bordes oscuros ni siquiera conocía.
Al menos
puedo sentir la atracción
de ese fondo absoluto,
inmenso, total, enorme,
desconocido, que presiento,
donde quizá me pierda
ínfima, desaparezca,
me funda en pequeñas
partículas de arena.
*
Ballena Oceánica