jueves, 18 de marzo de 2010

Qué inefable

Qué inefable si todo fuese tan sublime
como dar con los ojos del cielo,
cubrir el rostro de sol y nubes,
dejar correr estrellas, lunas entre los dedos.

Qué sublime si todo fuese tan patético
como dar ojos a la vil Parca,
cubrir rostro sin carne con huesos,
dejar correr la vida breve entre los dedos.

Qué poético si todo fuese tan sentido
como dar los ojos a tu cuerpo,
cubrir mi rostro en tus abrazos,
dejar correr tu sudor y piel entre los dedos.

Qué poético si todo fuese tan medido
como decir que la vida es sueño
y los sueños mariposa
y la mariposa un sabio chino
y el sabio chino la palmada de una mano,
que se deja caer entre los dedos.

Pero que efable y prosaico es todo,
que el cielo no mira
que el cielo es sólo cielo;
que la muerte no es mariposa
que la muerte es sólo muerte;
que tú no eres un sabio chino
que tú eres tú,
no palmada de mi deseo.

Sí, que efable, prosaico y poco medido:
bajo un cielo sólo cielo
un cuerpo sólo huesos
una muerte sólo muerte
de ese otro tú,
que son ellos.

Carlos Castillejo

lunes, 15 de marzo de 2010


Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.


José Ángel Valente

martes, 9 de marzo de 2010

Retorno de la invariable poesía


¡Oh poesía hermosa, fuerte y dulce,
mi solo mar al fin, que siempre vuelve!
¿Cómo vas a dejarme, cómo un día
pude, ciego, pensar en tu abandono?

Tú eres lo que me queda, lo que tuve,
desde que abrí a la luz, sin comprenderlo.
Fiel en la dicha, fiel en la desgracia,
de tu mano en la paz,
y en el estruendo triste
de la sangre y la guerra, de tu mano.

Yo dormía en las hojas, yo jugaba
por las arenas verdes de los ríos
subiendo a las veletas de las torres
y a la nevada luna mis trineos.
Y eran tus alas invisibles, era
su soplo grácil quien me conducía.

¿Quién tocó con sus ojos los colores,
quién a las líneas contagió su aire,
y quién, cuando el amor, puso en su flecha
un murmullo de fuentes y palomas?
Luego, el horror, la vida en el espanto,
la juventud ardiendo en sacrificio.
¿Qué sin ti el héroe, qué su pobre muerte
sin el súbito halo de relámpagos
con que tú lo coronas e iluminas?

¡Oh, hermana de verdad, oh compañera,
conmigo, desterrada,
conmigo, golpeado y alabado,
conmigo, perseguido;
en la vacilación, firme, segura,
en la firmeza, animadora, alegre,
buena en el oído necesario, buena
y hasta feliz en la melancolía!
¿Qué no voy a esperar de ti en lo que me falte
de júbilo o tormento? ¿Qué no voy
a recibir de ti, di, que no sea
sino para salvarme, alzarme, conferirme?
Me matarán quizás y tú serás mi vida,
viviré más que nunca y no serás mi muerte.
Porque por ti yo he sido, yo soy música,
de los juncos, vocablo de la mar, estribillo
de las más simples cigarras populares.
Porque por ti soy tú y seré por ti sólo
lo que fuiste y serás para siempre en el tiempo.

Rafael Alberti

viernes, 5 de marzo de 2010

PARA VIVIR NO QUIERO


Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

Pedro Salinas

martes, 2 de marzo de 2010

El valioso tiempo de los maduros

“Conté mis años y descubrí,
que tengo menos tiempo
para vivir de aquí en adelante,
que el que viví hasta ahora...

Me siento como aquel chico
que ganó un paquete de golosinas:
las primeras las comió con agrado,
pero, cuando percibió
que quedaban pocas,
comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo
para reuniones interminables,
donde se discuten estatutos,
normas, procedimientos
y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo
para soportar absurdas personas
que, a pesar de su edad cronológica,
no han crecido.

Ya no tengo tiempo
para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones
donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros
y ventajeros.

Me molestan los envidiosos,
que tratan de desacreditar
a los más capaces,
para apropiarse de sus lugares,
talentos y logros.

Detesto, si soy testigo,
de los defectos que genera
la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos.

Mi tiempo es escaso
como para discutir títulos.

Quiero la esencia,
mi alma tiene prisa....

Sin muchas golosinas en el paquete...

Quiero vivir al lado
de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca,
con sus triunfos.
Que no se considere electa,
antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo
andar del lado de la verdad
y la honradez.

Lo esencial es lo que hace
que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente,
que sepa tocar el corazón
de las personas….

Gente a quien los golpes
duros de la vida,
le enseñó a crecer
con toques suaves en el alma.

Sí…. tengo prisa…
por vivir con la intensidad,
que sólo la madurez
puede dar.

Pretendo no desperdiciar
parte alguna de las golosinas
que me quedan…
Estoy seguro
que serán más exquisitas,
que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final
satisfecho y en paz
con mis seres queridos
y con mi conciencia.

Espero que la tuya sea la misma,
porque de cualquier manera
llegarás.."

Mario de Andrade