Qué inefable si todo fuese tan sublime
como dar con los ojos del cielo,
cubrir el rostro de sol y nubes,
dejar correr estrellas, lunas entre los dedos.
Qué sublime si todo fuese tan patético
como dar ojos a la vil Parca,
cubrir rostro sin carne con huesos,
dejar correr la vida breve entre los dedos.
Qué poético si todo fuese tan sentido
como dar los ojos a tu cuerpo,
cubrir mi rostro en tus abrazos,
dejar correr tu sudor y piel entre los dedos.
Qué poético si todo fuese tan medido
como decir que la vida es sueño
y los sueños mariposa
y la mariposa un sabio chino
y el sabio chino la palmada de una mano,
que se deja caer entre los dedos.
Pero que efable y prosaico es todo,
que el cielo no mira
que el cielo es sólo cielo;
que la muerte no es mariposa
que la muerte es sólo muerte;
que tú no eres un sabio chino
que tú eres tú,
no palmada de mi deseo.
Sí, que efable, prosaico y poco medido:
bajo un cielo sólo cielo
un cuerpo sólo huesos
una muerte sólo muerte
de ese otro tú,
que son ellos.
Carlos Castillejo
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